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La Aventura de la Lactancia

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Una de las cosas que más lágrimas me ha costado y a la vez más he disfrutado de mi maternidad es la lactancia. Llevo 3 años y medio dando pecho y he empalmado una lactancia con otra. Es una experiencia preciosa y como dice el lema de este año de la SMLM es un triunfo para toda la vida.

Cuando estaba embarazada de Eduardo pensaba “intentar dar el pecho” y si no podía pues biberón. Daría el pecho hasta los 4 meses,fecha en la que me incorporaría a trabajar y celebraría la fiesta del destete en Madrid tomando mojitos… Aún me están esperando en la latina para esos mojitos jejejeje. Eduardo nació en un parto provocado en la semana 34, casi 35. Este parto ya os lo contaré pero fue bien distinto al de Alicia. Salimos del hospital con lactancia mixta, pezoneras y bastante información (hoy puedo decir desinformación) sobre cómo alimentarle.

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Entre los maravillosos consejos recibidos como darle cada tres horas, estaba el de darle 15 minutos de cada pecho (típico) solo que en mi caso lo complicaron aún más añadiendo “de toma efectiva” Tenía que darle 15 minutos de toma efectiva de cada pecho así que me tiraba el día con un papelito apuntando si había mamado 3 minutos y luego succionaba sin tragar, y luego seguía… En fin, una locura. A la semana de nacer Eduardo volvimos al hospital a una revisión y la pediatra que nos atendió me preguntó después de oir cómo estábamos alimentando a Eduardo “¿Tú qué quieres hacer?”… Wow! creo que era la primera persona del hospital que me hacía esa pregunta. “Darle teta” contesté…Ya no quería solo intentarlo, quería conseguirlo. Algo cambió en mi cuando cogí a Eduardo por primera vez, y verle tan pequeño aumentaba mi instinto protector. Nos dijo que en esa semana no había ganado peso suficiente pero que tampoco había perdido y nos dio una oportunidad. Nos pautó 3 días de “tratamiento” que consistían en:

-Olvídate de biberones.

-Mucho piel con piel, todo el que puedas. Visitas, si te impiden el piel con piel, las mínimas.

-A la primera señal de búsqueda, ofrécele el pecho, sin horarios, sin cronómetro.

-Olvídate de todo lo demás, si hace falta que tu pareja te dé de comer a la boca.

-Si puedes, échate las siestas con él.

¿No os parece maravilloso? Tengo pendiente localizarla para agradecerle que diera ese giro a mi maternidad. A ella y a mi matrona, en la que confío plenamente, que me vio a continuación y me confirmó toda la información que me había dado la pediatra del hospital.

Volvimos a los tres días y nos felicitó. Eduardo había engordado lo suficiente como para olvidarnos de la leche artificial. Nos costó unas semanas más establecer la lactancia y quitar las pezoneras pero lo conseguimos. La vuelta al trabajo era mi fecha tope pero descubrí que se podía dar pecho más allá de ese momento. Fui a ver a mi matrona que me dejó un sacaleches para que probara a sacarme mientras pensaba si quería sacarme y mantener la lactancia. Iba al grupo de apoyo de la lactancia y me animé a extraerme leche y a reducir jornada para que Eduardo se quedara con su padre en lugar de en una escuela infantil. Me dejé llevar por Eduardo, por mi instinto y con el porteo la verdad es que era muy sencillo. Podía atender su demanda en cualquier sitio y momento. Me sentía libre y disfrutaba muchísimo.

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Recuerdo comentarios de la gente sobre si el peque tomaba demasiado a menudo o si le llevaba demasiado en brazos, pero nos daba igual, no hacía caso de leyendas urbanas ni mitos. Recuerdo muy claramente dos en concreto: 1-que si hablaba mientras el niño tomaba teta tragaría aire. 2-que si tomaba bebidas frías mientras daba pecho le salía fría la leche. Me han dicho de todo en 3 años y medio, os podéis imaginar…y más aún al dar el pecho a la vez que estaba embarazada de la pequeña, pero gracias al apoyo de Lactard, y de otras amigas que la maternidad me ha regalado fui a contracorriente de manera segura y confiada.

Con los médicos no he tenido pegas salvo uno que me atendió en urgencias cuando Eduardo tenía 7 meses y me dijo que no podía recetarme primperán si no destetaba…o la enfermera que me dijo que tenía que reducir tomas a Eduardo de 6 meses porque mi leche era muy grasa. Por lo demás he tenido la suerte de toparme con profesionales sanitarios actualizados y con interés en el tema.

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la verdad es que parecía un pequeño Buda…

Disfruté mucho, mucho, de la lactancia de Eduardo (que aún no puedo decir que haya terminado aunque tiene pinta de que el destete ha llegado) hasta que en el embarazo de Alicia empecé a sentir agitación del amamantamiento (de esto escribiré otra entrada) y lo pasamos muy mal. No sabía qué era lo que me pasaba, y estuve a punto de destetar a Eduardo. Al final seguimos con la teta (gracias a otras madres que aparecieron en mi vida) y me alegré infinitamente cuando al poco tiempo le ingresaron por bronquiolitis. No comía nada. Nada de nada, salvo la teta. Los pediatras pasaban y preguntaban “¿ha comido?” “No” “¿la teta?” “no la suelta” “Perfecto” y se iban… si no llega a ser por el pecho no sé cuánto tiempo hubiéramos estado en el hospital, seguramente con sonda para alimentarle.

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Cuando Alicia nació también me alegré enormemente de haber continuado con la lactancia de Eduardo. Ya lo he comentado más veces, que se conocieran compartiendo teta creo que favoreció la adaptación de ambos. Además, a pesar de llevar dos años dando pecho, Alicia era un bebé distinto, y por tanto una lactancia distinta que también debía instaurarse…Una lactancia con su subida en la que Eduardo colaborada descongestionando el pecho antes de que mamara su hermana que no se cogía muy bien al principio.

Hace año y medio ya del nacimiento de Alicia, y aún disfrutamos de la teta. Ahora lo pide diciendo “teta” y subiéndose encima mía y me trae a sus muñecos para que les dé el pecho o me lleva hasta el sofá para que me relaje mientras ella mama. Eduardo me pide dibuje una mamá con su bebé a la teta…la lactancia es una realidad más de nuestras vidas.

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Cuando Eduardo tenía seis meses le escribí esto… Hoy puedo dedicárselo a cualquiera de los dos y dar las gracias por poder estar viviendo todo esto.

Mirándote pierdo la noción del tiempo, pierdo la noción de mi misma… he dejado de ser Yo para ser nosotros, he olvidado mi nombre, mis necesidades para pensar en ti… Recuerdo lo pequeño que eras, lo frágil que te veía y la esperanza de alimentarte y fortalecerte que me inundaba en cada toma. Sentía que te daba vida con cada gota de leche que tomabas, sentía que me daba a ti y nada me ha llenado tanto, nada me hace tan feliz como sentirte cerca, sentirte en paz… verte sano, fuerte, tan vivo, tan risueño. Y siento que es gracias a mi, que eres lo más grande que he hecho nunca, y lo mejor que me ha pasado jamás. Cuando te doy el pecho antes de irme a trabajar y te duermes en mis brazos es como si echara raíces a tu lado, como si no pudiera moverme de allí y cuando estoy en el trabajo me viene de repente tu olor  que ha quedado impregnado en mi piel, en mi ropa y me transporto… Me imagino contigo, tocando tus manos, mirando tu cara, sonriendo juntos… te veo en mi pecho mamando y descansando un segundo para regalarme una sonrisa, una mirada que grita que me quieres, que te gusta ese momento tanto como a mi, y que sientes lo que quiero transmitirte, sientes mi amor, sientes la paz que me da el tenerte cerca, sientes el placer que siento en ese abrazo inmenso que nos regalamos el uno al otro, sientes que te quiero y me emociono porque siendo tan pequeño entiendes todo eso, sin palabras, sin lecciones, solo sentimientos.”

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